© Todos los derechos reservados.

29 de enero de 2010

El ocho


Cuando es pibe y sueña con triunfar en primera, uno no espera jugar de ocho. Pero con los años se va acostumbrando a que siempre hay uno mejor para conducir al equipo con el diez en la espalda; o para aburrirse de meter goles con el nueve; o para volver loco al marcador de punta con el siete; o para desbordar mortalmente por el wing con el once; o para adueñarse de la banda con el tres o el cuatro; o para mandar en el mediocampo con el cinco; o para quitar y despejar con categoría vistiendo el seis; o para ser el baluarte defensivo, patrón del área, con el dos; o para salvar al equipo milagrosamente haciendo volar el uno hasta el ángulo, despejando un gol cantado. Pero nunca soñás con jugar de ocho.

Sin embargo, va pasando el tiempo y, en todos los cuadritos donde te toca jugar, la mediocridad te condena a vestir ese número tan cercano al infinito. Hasta que te acostumbrás y empezás a llevarlo con orgullo. Y decís: “Yo juego de ocho”.

Te ahorrás así que nadie sepa dónde meterte, que salte a la vista tu condición de relleno, de jugador del montón, de mal necesario. Vos sos un ocho y con eso solucionás el tema. Estás ahí para lo que te pidan, molestando al rival en el mediocampo, sin la responsabilidad de meter goles ni de evitarlos. Si no la tocás en todo el partido, es probable que nadie lo note. Y si estás inspirado puede que al terminar el match alguien te dé una palmadita en la espalda y te diga: “Bien, eh.”

El ocho, originalmente cargada por Julikeishon -dibujos-.

No hay comentarios.: