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27 de septiembre de 2010

Temporal (VI)

–Invertí cinco segundos en leer la oferta de trabajo. Tardé treinta minutos en llegar a la empresa. Le entrevista me demoró una hora. Tuve que ir otro día para firmar la incorporación. Me pusieron a prueba durante una semana. Y ahora me nombraron Empleado del Mes. ¿Qué te parece?
–Como sigas así, el año próximo te hacen un contrato indefinido.

23 de septiembre de 2010

¿Qué se siente?

–Finaliza el partido. Ganó el equipo local por dos a cero. Tenemos en el campo a Rodolfo Frascara con algún protagonista del encuentro.
–Así es, Juan Carlos. Estoy con el defensor visitante, Gustavo Dell’Orto. Gustavo: hoy no salió ninguna bien.
–Y, no, así es el fútbol. A veces no tenemos un buen día, no se dan bien las cosas y ya está. Ahora tenemos que mirar para adelante y pensar en el próximo rival.
–Arrancaron bien en el primer tiempo, pero se fueron desinflando y al final pagaron muy caros los errores de cara al gol.
–Y sí. Como te digo, no hicimos un buen partido, no supimos aprovechar nuestras ocasiones y… bueno, ya está. Ahora nos quedan diez finales y tenemos que seguir para adelante.
–El segundo gol vino por un error tuyo. ¿Cómo te sentís?
–Bueno, son cosas que pasan, ¿no? Uno trabaja en la semana para hacer las cosas bien, pero después, en la cancha, por ahí no estás en el mejor día y ya está. Pero bueno, lo pasado pisado y hay que tirar para adelante.
–Muchas gracias, Gustavo. Era Gustavo Dell’Orto, que se retira ya a los vestuarios después de una nueva derrota.
–Gracias Rodolfo. Creo que Matías Posse tiene a otro protagonista del partido. Adelante, Matías, ¿con quién estás?
–Gracias, Juan Carlos. Estoy con el goleador del partido, el señor Telmo Soldati. Telmo: dos goles inolvidables en un momento muy especial, después de casi dos meses sin encontrar el arco y en un partido tan complicado de cara a la permanencia. ¿Qué se siente?
–Es un éxtasis de júbilo. Las venas me hierven en un torrente desenfrenado de emociones encontradas. El corazón estalla al ritmo de los tambores que aceleran la galera de mis esperanzas rumbo a la costa tantas veces soñada. En la mente se suceden los recuerdos de la angustia y el desconsuelo, el sufrimiento pasado, advertencia presente de que nada está hecho, de que el fracaso aún es posible. Pero las piernas no dejan de temblarme como a un adolescente después del primer beso y las manos, inquietas, son incapaces de obedecer a los impulsos racionales que pretender retomar el control de este cuerpo lleno de energía, joven y salvaje otra vez, sediento de nuevas experiencias. Estoy en el limbo de las aves y los delfines, en la gloria del guerrero. Ahora mismo, soy uno con el artista que acaba de plasmar su mejor obra, con el sabio que acaba de realizar un descubrimiento. Siento el poder de una revelación, de una comprensión universal más allá de la razón, que quizás dure tan sólo unos segundos, pero que jamás me abandonará, que recordaré por siempre como el día en que vi con mis propios ojos la verdadera naturaleza del infinito.
–Vamos a una pausa y enseguida volvemos.

Temporal (V)

–Dice el jefe que dejemos este asunto para la semana que viene.
–Estamos perdidos.
–¿Por qué?
–Llevo mucho tiempo esperando que venga esa semana, la famosa semana que se hará cargo de todos los asuntos pendientes. Pero al final nunca viene. Y los problemas los terminamos resolviendo nosotros.
–Como siempre.

22 de septiembre de 2010

Americanos


Preparen, apunten..., originalmente cargada por My Buffo.


En su travesía por las Américas, el viajero de origen morisco Carlos Méndez (seudónimo de Khaled Mandeb) conoció a los distintos pueblos que habitaban las tierras del Nuevo Mundo. En su obra de 1720 titulada El largo atardecer y amanecer y atardecer y amanecer y así sucesivamente del caminante, cuenta que comenzó su derrotero en las costas de Nueva Inglaterra y que descendió hacia el sur hasta la Ciudad de la Santísima Trinidad y Puerto de Santa María del Buen Ayre.
A su paso, Médez-Mandeb se encontró con asentamientos de hombres a los que describió como “pueblos incivilizados que se comportan de manera fanática según los preceptos de una deidad caprichosa que habla a través de sus sacerdotes, cegados por creencias absurdas en la brujería y las maldiciones.” Un poco más adelante, el viajero se topó con la existencia de “salvajes poco dispuestos al trabajo y más propensos a la guerra, sedientos de sangre y obnubilados por sus ídolos de oro, sus abalorios de plata y sus piedras preciosas.”
Anota, también, que además de todo aquello vio muchos nativos americanos.

21 de septiembre de 2010

Temporal (IV)

–¿Qué día es hoy?
–El que va después de ayer y antes de mañana.
–¿Pero eso no fue ya el otro día?
–Es que siempre es hoy. Hoy es la eternidad.

18 de septiembre de 2010

Temporal (III)

–¿Podría decirme qué hora es?
–No lo creo. Puedo decirle lo que marcan las agujas. Pero hay husos horarios diferentes, relojes que atrasan y adelantan, y teorías complejas sobre la relatividad del tiempo. De todos modos, yo no me preocuparía mucho. La hora no es más que una entelequia humana, divisiones artificiales en el continuo devenir de la cuarta dimensión. En otras palabras: la hora no existe.

16 de septiembre de 2010

Temporal (II)

–Disculpe, ¿tiene usted un minuto?
–Sí. Tengo todo el reloj.
–¿Le importaría dejármelo?
–Eso es una pérdida de tiempo.

Temporal (I)

–Sosténgame esto un segundo.
–De acuerdo.

Crash.

12 de septiembre de 2010

Consejos al consumidor (II)

Antes de comprar cualquier cosa, asegúrese de que no le vendan alguna cosa.
Los vendedores son muy porfiados y suelen perseverar en lo suyo: “¿Desea alguna cosa?”, acostumbran decir. Pero uno debe mantenerse firme y reafirmarse en sus convicciones: “Tráigame cualquier cosa.”
Los mercaderes siempre quieren estafarnos. Algunos son muy torpes y, cuando pedimos cualquier cosa, intentan enchufarnos cualquier porquería. Suele ser fácil detectar este engaño. En cambio, resulta muy complicado distinguir si lo que nos están trayendo es alguna cosa o cualquier cosa.
Mi consejo: no compre cualquier cosa.

Disculpe la molestia


Transacciones perrofláuticas (PS), originalmente cargada por My Buffo.
Me lo crucé un día en la calle, queriendo evitarlo. Me cerró el paso, extendió una tarjeta de visita y habló:
–José Tábano, para incordiarlo.
–¿Perdón? ¿Cómo dice? –me indigné.
–No permita que me presente –insistió.
–Por favor, tengo prisa –me excusé.
–Mucho mejor –respondió, agarrándome de las solapas–. Soy un verdadero profesional de la irritación. Interrupciones, bromas pesadas, exabruptos, desplantes, provocaciones gratuitas. Puedo ser ese vecino molesto, ese compañero de trabajo entrometido, o ese desconocido que no deja de pedirle unas monedas para comprar alcohol.
–No, gracias, ya tengo.
–Piénselo bien. Soy un auténtico incordio. Licenciado en Tomas de Facultades. Fui el peor de mi clase. Conseguí mi doctorado con la tesis titulada A ver quién es el macho que se lee esto, de veinte mil quinientas cuarenta y tres páginas. Se la plagié a otro, por fastidiar. También tengo un Master en Hostigamiento y Asalto al Peatón. Yo ayudé a crear el spam y el marketing telefónico. Puedo importunarlo en nueve idiomas, incluyendo el inglés, el árabe y el chino mandarín. ¿Sabe de alguien que requiera mis servicios?
–No puedo ni imaginarlo.
–¿No necesita un sabelotodo? ¿Un presumido? ¿Un fanfarrón? ¿Un vendedor de seguros? ¿Un artista callejero, un mimo, un perroflauta? ¿No necesita alguien que meta la pata, que lo deje en mala posición, que le provoque situaciones embarazosas? –el hombre insistía, desesperado.
–Ya estoy cubierto, gracias.
Entonces, desesperado, el tipo se desplomó. Me dio un poco de lástima.
–Hay que ver cómo nos afectó el intrusismo –se lamentó–. Antes, cuando uno quería un hinchabolas, recurría a profesionales. Se valoraba el trabajo bien hecho. Pero ahora… Si mi abuela viera cómo se hunde el negocio familiar. Ella era una legítima vieja de mierda, siempre espiando a los vecinos, envenenando a los gatos, llamando a la policía por cualquier cosa… Mi padre fundó la escuela del graffiti urbano, perfeccionó la técnica del ring-raje y elevó el sonido del ronquido a la categoría de ruido molesto. Mi madre cocinaba guisos y gelatinas de aromas nauseabundos, se colaba en todas las filas y las demoraba con quejas, despistes y trámites enrevesados. Pero ahora… Todo el mundo se cree con derecho a perturbar el orden. Cualquiera monta un escándalo en la calle, se tira un pedo en el ascensor o planta un chicle en el asiento. Así, sin arte ni estilo. Algunos trabajan por una cerveza, o incluso gratis. ¿No se dan cuenta de que juegan con el pan de mis hijos?
El hombre se derrumbó. La verdad, me sentía un poco incómodo. Le palmeé el hombro e intenté consolarlo:
–Y… lo hacen por jorobar.

8 de septiembre de 2010

Consejos al consumidor (I)

El otro día compré unas sábanas en una de esas ventas por catálogo. Eran simpáticas, coloridas, y tenían unos caracteres chinos (o japoneses) estampados por todas partes.
El día que las estrené, me acosté plácidamente. Y me desperté en el infierno.
De modo que, si está a punto de comprar ropa de cama, asegúrese de que no tenga impreso ningún maleficio oriental.

4 de septiembre de 2010

Postre

(Para Illustration Friday, "Dessert")

Su (ex) novio regresó después de la traición. Le dijo:
–Perdoname. Estaba confundido. La otra me engañó. En realidad yo siempre te quise a vos.
Pero ella ya tenía clara la respuesta. Aquel mismo día, cuando él cruzaba la puerta sin decir adiós, vaticinó un “ya vas a volver” cargado de odio y rencor. Le dijo:
–Ahora es tarde. Yo no soy el segundo plato de nadie.
Lo que ella no podía imaginar entonces es que acabaría siendo el postre.


(Haga click en la imagen para zoom)