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28 de marzo de 2010

Verdades ocultas


OVNI - primera prueba, originalmente cargada por Julikeishon -dibujos-.


“Si un árbol cae en medio de un bosque y nadie lo oye ni nadie lo ve, es porque el bosque tapa al árbol.”
Vladimiro Marrón


(Para Illustration Friday, "Rescue")

24 de marzo de 2010

En internet se encuentra cualquier cosa


Primer acto
Dos amigos intentan recordar el nombre de un actor de televisión.
–¿Cómo era ese que salía en Médicos de la vida?
–¿Cuál? ¿El que también hacía de malo en Fuerza y Justicia?
–No, no. Ya sé quién decís vos, pero ése no es. Yo digo uno medio pelirrojo, así con barbita… Uno que antes actuó en una comedia de esas con risas grabadas.
–Ah… ya sé… Puta, cómo se llamaba el coso ese…
–No me acuerdo. Era algo con eme. Montgomery…
Entonces interviene un tercer amigo, que irrumpe en la habitación mirando fijamente la pantalla del ordenador portátil que lleva en las manos:
–Se llama Wayne Morris, nacido el 10 de agosto de 1972 en Providence, Rhode Island, Estados Unidos. Se formó en el Actor’s Studio de Nueva York y protagonizó la comedia Diana & Fred durante cinco exitosas temporadas, haciendo el papel de Fred Gregson. La serie fue suspendida cuando su compañera de reparto quedó embarazada y abandonó temporalmente la profesión para dedicarse a su niño. Morris también participó como secundario en más de veinte películas. Su primer papel en televisión fue una aparición muy breve en la famosa serie de ciencia ficción Alien Contact Files, donde hacía de un adolescente que veía luces en el cielo.
–Impresionante. ¿De dónde sacaste todo eso?
–En internet se encuentra cualquier cosa.

Segundo acto
En un departamento, unos amigos celebran un cumpleaños. El homenajeado abre uno de los regalos y se encuentra con un vinilo original de Bob Dylan, autografiado.
–¿Cómo lo conseguiste? –pregunta emocionado a quien le hizo el regalo.
–Me costó bastante, no te creas. Pero bueno, anduve removiendo cielo y tierra, me recorrí ciento y pico páginas de subastas on-line hasta que di con él. En fin, tarde o temprano tenía que aparecer. En internet se encuentra cualquier cosa.

Tercer acto
Dos amigas conversan en un café.
–No sé, es raro…
–¿Cómo que raro?
–Sí, no sé… A veces pasa días enteros sin dar señales de vida: no llama, no contesta… De pronto aparece con un ramo de flores y desaparece sin saludar; me invita a cenar, pero después no come porque está a dieta; se acuerda de mi cumpleaños y se olvida del suyo; dice que no le gusta la poesía y me escribe sonetos; sale a tomar el sol y se tapa con una manta… Hay días que salimos a pasear por el parque, vamos hablando y, de repente, se calla, se sienta en un banco y le empieza a dar de comer a las palomas; y a mí ni bola, como si no existiera. El otro día se presentó en mi casa a las tres de la mañana, llorando, suplicándome que no lo torturase más, que yo era toda su vida, que no aguantaba ni un minuto más sin mí… y cuando lo iba a dejar pasar, me dijo que no, que no me preocupara, que ya se pasaría más tarde. Y se fue.
–¿Pero de dónde salió este coso? ¿Dónde lo conociste?
–En un chat, por internet.
–Ay, ilusa… ¿No sabés que en internet se encuentra cualquier cosa?

Anhelo


Amores que matan, originalmente cargada por My Buffo.
Hace más de un siglo, un joven romántico marchaba a casa de una doncella para declararse preso de su amor. En el camino, estudiaba las nubes, las caras de los transeúntes, el vuelo de las aves, el sonido de las cigarras, el aullar de los perros, el perfume de las flores y el sabor de las fuentes, entre muchas otras cosas, a la búsqueda de señales que le indicaran si sería correspondido cuando confesase sus sentimientos.
Así, creyó ver en dos pajarillos que construían juntos su nido la promesa de una futura vida en pareja. Al pasar por el mercado, el aroma suave y tierno de un dulce con forma de corazón fue para él la prueba irrefutable de que el amor verdadero era posible; compró el dulce y se lo comió. En una encrucijada, preguntó a un peregrino si creía que todos los hombres de la tierra eran capaces de hallar la felicidad; a lo que el peregrino dijo que era probable, aunque sólo lo sabría con certeza al final del camino. El joven tomó la respuesta por un sí, y prosiguió seguro de que el gozo del querer lo aguardaba en los ojos de su amada.
Por fin, convencido de que los signos eran propicios, llegó a la residencia de la moza y habló sin miedo. La muchacha lo rechazó amablemente, argumentando que su corazón ya pertenecía a otro.

23 de marzo de 2010

De pulpos que arañan


Araña, originalmente cargada por My Buffo.


“Las arañas son como los pulpos: tienen ocho extremidades.”
Vladimiro Marrón

    Cuando Vladimiro Marrón dice “las arañas son como los pulpos: tienen ocho extremidades”, está queriendo exponer que aun en los sitios más dispares pueden encontrarse semejanzas, y que todo en la naturaleza tiene una correlación. La maravillosa comparación de Marrón entre un arácnido y un molusco cefalópodo es un grito a la paz, un llamamiento a olvidar todas aquellas cosas que nos diferencian, dejar a un lado lo superficial, lo evidente, para abstraer más allá de toda duda sólo aquello que nos iguala. ¿Qué importa si la araña tiene patas articuladas y el pulpo tentáculos blandos y cubiertos de ventosas? ¡Vivan las matemáticas! ¡Que nadie separe lo que el ocho ha unido!
    Aunque también es posible que Marrón haya querido descalificar toda una gama de comparaciones rebuscadas, como las que tienen lugar entre Pelé y Maradona, Estados Unidos y el Imperio Romano, Mozart y The Beatles, The Beatles y Oasis, Buenos Aires y París, la Bolsa de Valores y la Economía, John Lennon y Jesucristo, Yoko Ono y el Demonio, los gatos y los perros, el campo y la ciudad, James Dean y River Phoenix, o las noticias y la realidad, entre muchas otras. Porque, como todos sabemos, las arañas y los pulpos no tienen nada que ver.
Juan Pedro Soco Urtizberea

19 de marzo de 2010

Don Nadie




–Disculpe, ¿nos conocemos de algún lado?
–No lo creo, jamás he estado ahí.
–Perdone la molestia, entonces. Pensé que era alguien que había visto en alguna parte.
–Imposible. Yo nunca llegué a ser alguien.

(Para Illustration Friday, "Expired")

13 de marzo de 2010

Enterrado


–Esto está muerto.
­–¡Claro! Estamos en un cementerio. Acá todo está muerto.
­–Pasame el faso.
­–¿Te imaginás que, de repente, se levantaran todos los muertos?
Cool! Estaría re-loco.
­–No, mejor así.
–Una vez hicimos una sesión en un cementerio.
–¿El juego de la copa?
–Sí.
­–¿Y, qué pasó?
–Nada. Uno se asustó por un ruido, pero era un gato.
–¿Por qué la gente siempre se asusta en los cementerios?
­–Son re-tétricos, loco.
–Nada que ver. Los cementerios son lugares re-tranquilos. Nunca pasa nada.
–Por eso me gustan los cementerios. Escuchá: qué paz…


(Para Illustration Friday, "Subterranean". Idea de Natalia E. Cerletti)

11 de marzo de 2010

Valor

Se dio cuenta de que el valor no era sólo para los caballeros de brillante armadura.
(Para Illustration Friday, "Brave".)

8 de marzo de 2010

Opiniones



Según especulan algunos historiadores, en el transcurso de la década de 1980 la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas lanzó una misión tripulada hacia el planeta Marte. Allí, los cosmonautas plantaron una bandera roja con la hoz y el martillo amarillos, recogieron muestras del suelo y del aire, y excavaron el terreno infructuosamente en busca de agua subterránea. Pero nunca volvieron a casa.
Una corriente de pensadores cree probable que la tripulación se haya topado a su regreso con un agujero de gusano, arribando así a la Tierra aunque mil millones de años en el pasado. Según los partidarios de esta hipótesis, los cosmonautas habrían muerto en la enrarecida atmósfera del joven planeta, mientras que las muestras marcianas habrían contaminado la incipiente vida terrestre con bacterias y otros microorganismos del planeta rojo. Ello habría dado origen a formas de vida alteradas cuyo camino evolutivo no habría conducido al homo sapiens, entre otras muchas especies que jamás habrían llegado a existir.
Hay paleontólogos, otros historiadores y numerosos biólogos que no están de acuerdo con estas tesis.

7 de marzo de 2010

Vida eterna

Cierta vez, un hombre muy rico preguntó a un erudito si conocía el secreto de la vida eterna; añadió que estaría dispuesto a pagar muy bien por hacerse con él. El erudito lo citó esa misma noche en su casa y le prometió que, antes del amanecer, sabría cómo alcanzar la inmortalidad; y que, además, renunciaba a cualquier pago, estipendio, remuneración, honorario o gratificación que el hombre rico fuera capaz de ofrecerle, pues el saber no tenía precio, y compartir y extender el conocimiento era la recompensa más grande que un filósofo podía desear.
Apenas cayó el sol, el hombre rico se presentó en el domicilio del erudito, vistiendo sus mejores galas para la ocasión más importante de su vida, con frac, sombrero de copa, faja de seda roja, reloj de bolsillo, gafas con montura de oro y bastón con empuñadura de plata. El erudito lo hizo pasar y, sin más preludio, lo condujo a la biblioteca donde, según dijo, los esperaban otros hombres que ya habían alcanzado la vida eterna.
Cuando llegaron a la enorme habitación, plagada de estanterías de madera cubiertas por incontables volúmenes, el hombre rico se sorprendió de no ver a ninguna otra persona, aparte del erudito. Cuando preguntó dónde estaban los demás, recibió esta respuesta:
“Aquí están todos. Platón y Aristóteles, Virgilio y Homero, Poe y Dickens, Kant y Hegel, Montesquieu, Rousseau y Voltaire, Locke y Hobbes, Stendhal y Baudelaire, Borges y Cortázar, Cervantes, Shakespeare y Goethe, Einstein y Russell, Tolstoi y Dostoievski, Lorca y Unamuno, Plutarco...”
El erudito dio la espalda al hombre rico para admirar la magnitud de sus libros mientras proseguía con la enumeración; el hombre rico aprovechó y lo golpeó en la cabeza con el bastón. El erudito cayó y el hombre rico volvió a golpearlo tres veces más, con mayor fuerza. Después limpió la sangre del bastón con un pañuelo blanco, prendió fuego a la biblioteca y se marchó a buscar la vida eterna en otra parte.

4 de marzo de 2010

Un paso de montaña

Hace muchos años, dos antiguos reinos se disputaron en cruentas guerras un paso de montaña. Durante décadas se sucedieron batallas multitudinarias, se tendieron arteras emboscadas, se edificaron fortalezas que fueron asediadas y destruidas. Muchos príncipes ganaron y perdieron su prestigio conquistando y defendiendo el paso, del que bajaban ríos teñidos de sangre hacia los fértiles valles a uno y otro lado de la cordillera.
Años más tarde, un terremoto sacudió los cimientos de la tierra y desmoronó las paredes de roca sobre el paso, haciéndolo impracticable. Pero para entonces los dos reinos ya habían desaparecido, consumidos por el esfuerzo de la guerra.

1 de marzo de 2010

Burocracia

"La burocracia se creó para ahorrarnos la molestia de la confianza."
Vladimiro Marrón