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10 de febrero de 2010

Voluntario


El joven Jean-Pierre Domecq deseaba con toda su alma participar en la Gran Guerra y así poder expulsar a los alemanes de la tierra de su bisabuelo (por línea matera).
Se alistó en cuanto pudo, recibió la instrucción militar básica y debió recorrer muchos kilómetros desde su casa hasta el frente de batalla. Allí, debió aguardar pacientemente en la retaguardia a la espera de las órdenes que lo lanzarían a la trinchera.
El 10 de noviembre de 1918 fue enviado a primera línea, pero no hubo indicación alguna de ataque. No obstante, la paciencia, el valor y el deseo de entrar en combate fortalecieron el espíritu de Jean-Pierre.
Murió el 11 de noviembre a las diez horas y veintitrés minutos, cuando a su compañero de filas se le disparó accidentalmente el fusil (¿ansiedad, tal vez?), poco antes de que se diera la orden de asaltar la trinchera enemiga. Su cuerpo fue contado como uno más en la innecesaria masacre.
A las once en punto, la guerra había terminado.

1 comentario:

k.h.whitaker dijo...

wow, nice drawing, super creepy