24 de diciembre de 2011
Caradura
–Yo no creo en supersticiones –le dijo el extraño.
–Depende. Como se suele decir, “las brujas no existen, pero que las hay, las hay”… –respondió, por dar conversación, para llenar el tiempo.
–No, las brujas no existen…
–Parece muy seguro. ¿No cree en ninguna superstición? ¿Ni una cábala, nada?
–No. Especialmente, no creo en las maldiciones. Ya sabe: mal de ojo, esas cosas.
–Ah, no, yo tampoco.
–Hace bien, hace bien…
–La superstición trae mala suerte, dicen por ahí.
–Muy ingenioso, realmente. Pero yo sería más drástico: la superstición genera miedo, un miedo innecesario.
–Es verdad. Conozco gente que entra en pánico cuando ve un gato negro.
–No es sano.
–No, no lo es.
Se hizo un breve silencio, un poco incomodo.
Finales felices
- se va dando cuenta de que, en la realidad, los buenos no siempre ganan;
- empieza a descubrir que no todos los malos son tan malos, y que algunos son más simpáticos, inteligentes y trabajadores que muchos buenos.
18 de diciembre de 2011
La cena
14 de diciembre de 2011
Desconcierto
26 de noviembre de 2011
El mejor cuento jamás escrito
La falta de entendimiento acabó creando grupos de afinidad lingüística, que comenzaron a competir por ver quién conseguía crear el mejor relato. Con ello, esperaban, demostrarían la capacidad creativa de su lengua para ser portadora del mejor cuento jamás escrito. Surgieron así historias dispares, largas y breves, complejas y sencillas, profundas y superficiales, y ninguna logró convencer a nadie (ni siquiera a sus propios creadores) de ser la más brillante de todos los tiempos.
Alguien pensó entonces (y los demás estuvieron de acuerdo) que más allá del lenguaje portador del cuento, este debía narrar un gran argumento (el mejor argumento jamás contado). Había que, por tanto, consensuar cuáles debían ser los protagonistas del relato, sus principales hitos, sus giros, su poesía, su magia y su encanto. Pero en ello tampoco hubo acuerdo.
Una escritora inglesa propuso una historia de hadas; un narrador japonés, una pequeña parábola; un cuentista sueco sugirió un soliloquio que reconstruyese un acontecimiento hacia atrás en el tiempo; un fabulador argentino insinuó trazar un laberinto de palabras; una poetisa india planteó dibujar un camino que semejara a la vida; y así muchas y muy dispares propuestas.
Al cabo de días y días de reunión, los escritores estaban como al principio. En la última jornada, después de incontables horas de pesaroso silencio, una voz exclamó lo que ya todos sospechaban: “El mejor cuento jamás será escrito”.
13 de noviembre de 2011
Rhetorik des Todes
29 de octubre de 2011
Convicción
14 de octubre de 2011
El secreto del éxito
25 de septiembre de 2011
Tixta po forroginaxión
11 de septiembre de 2011
Romanticismo embarrado
25 de agosto de 2011
Soluciones a la boludez
19 de agosto de 2011
Dos versiones
Un rey tonto, espoleado por un consejero inepto y una corte de imbéciles, gobernaba un reino pobre y devastado. Los feudos vecinos se aprovechaban de él; e incluso algunos caballeros, provenientes de los confines más remotos, se paseaban triunfantes y desafiantes por aquellas tierras sin que nadie pudiera impedírselo. Las aldeas de campesinos languidecían y en los bosques aumentaban día a día las bandas de ladrones, que asechaban los caminos y robaban por igual a pobres y ricos, afortunados y desdichados.
9 de agosto de 2011
La elección de los animales
1 de agosto de 2011
Buena mano
–Solo necesito una buena mano –explicó el jugador.
Y pasaron varias manos, una derrota tras otra.
–Solo necesito una buena mano –repitió.
Y siguieron otras. Todas malas.
–Solo necesito una buena mano –continuó, obseso.
Pero la buena mano parecía no llegar.
Perdió todo. El dinero, el reloj, el auto, la casa… Pidió un préstamo para seguir jugando, y también lo perdió.
Cuando vino el cobrador, no tenía con qué pagarle. Un matón se puso nervioso: le dio una paliza y le cortó un dedo.
Pasó el tiempo y seguía perdiendo el dinero de otros. Y le cortaron otro dedo.
Hasta que un acreedor se hartó y decidió un escarmiento mayor: le iba a cortar una mano.
Le dio a elegir: izquierda o derecha.
Como era diestro, el jugador escogió la izquierda. Y se la cortaron.
Entonces sí, armado solo con su mano buena, el jugador por fin ganó.
17 de julio de 2011
Esto no es sobreesdrújula
Un hombre levanta una cartulina, la enseña a un auditorio y pregunta: «¿Cuántas letras tiene esto?».
12 de julio de 2011
Lógica futbolística
30 de junio de 2011
Consejos al consumidor (IV)
Mi conclusión: comprar por internet es contraproducente.
Razón de eficiencia
19 de junio de 2011
Rebolución
11 de junio de 2011
Comunicación social
5 de junio de 2011
La solución a todos los problemas

30 de mayo de 2011
Los siete pecados (de viajar en el transporte público de las grandes) capitales - 7/7
14 de abril de 2011
Los siete pecados (de viajar en el transporte público de las grandes) capitales - 6/7
7 de abril de 2011
Los siete pecados (de viajar en el transporte público de las grandes) capitales - 5/7
6 de abril de 2011
Los siete pecados (de viajar en el transporte público de las grandes) capitales - 4/7
5 de abril de 2011
Los siete pecados (de viajar en el transporte público de las grandes) capitales - 3/7
19 de marzo de 2011
Los siete pecados (de viajar en el transporte público de las grandes) capitales - 2/7
Avaricia I
El pibe sube al colectivo, que arranca:
A las tres paradas, el pibe se baja. Agradece al colectivero y saluda con la mano. Cruza la plaza y llega a un edificio de departamentos. Guarda las monedas en el bolsillo, abre la puerta con su llave y entra en casa sonriendo.
18 de marzo de 2011
Los siete pecados (de viajar en el transporte público de las grandes) capitales - 1/7
“¡No empujen que en el fondo hay lugar!”
5 de marzo de 2011
Esto no es un texto
1 de marzo de 2011
La verdad
26 de febrero de 2011
Lo de siempre
23 de febrero de 2011
Hace tiempo encontré...
3 de febrero de 2011
Trabajamos para su seguridad
13 de enero de 2011
Cortocircuito
Tiene ganas de hacer algo, pero el cerebro no le calibra bien. En algún lado tiene un cortocircuito. O un circuito cortado, no sabe bien. El caso es que no engrana. Y en su caso, el asunto es embarazoso. Le da un poco de vergüenza.
Entonces, ¿qué hace? Describe su situación como si fuera de otro, y se lo comenta a un amigo: “Tengo un conocido que anda con un problema”, dice y le suelta la historia. Espera así salvar el honor y que su amigo le dé una solución.
Pero el otro escucha y le responde: “¿Cómo sabías lo que me pasaba?”
Entonces se da cuenta de que su amigo es él mismo, y que lo suyo no tiene arreglo.