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24 de marzo de 2010

Anhelo


Amores que matan, originalmente cargada por My Buffo.
Hace más de un siglo, un joven romántico marchaba a casa de una doncella para declararse preso de su amor. En el camino, estudiaba las nubes, las caras de los transeúntes, el vuelo de las aves, el sonido de las cigarras, el aullar de los perros, el perfume de las flores y el sabor de las fuentes, entre muchas otras cosas, a la búsqueda de señales que le indicaran si sería correspondido cuando confesase sus sentimientos.
Así, creyó ver en dos pajarillos que construían juntos su nido la promesa de una futura vida en pareja. Al pasar por el mercado, el aroma suave y tierno de un dulce con forma de corazón fue para él la prueba irrefutable de que el amor verdadero era posible; compró el dulce y se lo comió. En una encrucijada, preguntó a un peregrino si creía que todos los hombres de la tierra eran capaces de hallar la felicidad; a lo que el peregrino dijo que era probable, aunque sólo lo sabría con certeza al final del camino. El joven tomó la respuesta por un sí, y prosiguió seguro de que el gozo del querer lo aguardaba en los ojos de su amada.
Por fin, convencido de que los signos eran propicios, llegó a la residencia de la moza y habló sin miedo. La muchacha lo rechazó amablemente, argumentando que su corazón ya pertenecía a otro.

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