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12 de julio de 2011

Lógica futbolística

El armador recibe de espaldas. Pisa la pelota, intenta girar mientras levanta la cabeza y busca a un compañero. Lo enciman dos rivales. El jugador hace rodar la pelota bajo su suela. Amaga para un lado, amaga para el otro, amaga un pase. Se detiene, extiende un brazo para alejar al defensor, agacha la cabeza para comprender la maraña de piernas que tiene delante. Llegan otros dos rivales para presionarlo. Gira y se pone otra vez de espaldas. Persiste pisando la pelota y estudiando de reojo dónde están sus compañeros. Finalmente, la pierde.
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Contraataque. El central sale rápido y mete un pelotazo al centro del campo, donde recibe otra vez el enganche que para la pelota, levanta la cabeza y estudia las posibilidades. Le pican por las bandas dos compañeros. Amaga hacia uno, amaga hacia al otro, se acomoda para la zurda. Lo enciman dos rivales que regresan desesperadamente a cubrir los huecos. El armador agacha la cabeza, simula que va a trasladar y se acomoda para la diestra. La pisa. Viene otro rival de atrás y le roba la pelota.
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Por enésima vez, sus compañeros confían en él. Le dan la pelota en el círculo central y se abren, se mueven, se muestran. El armador engancha hacia atrás y se saca a un rival de encima. Avanza hacia un lateral y se detiene junto a la banda. Espera la marca de un contrincante y engancha hacia el centro. Elude a uno, elude a dos, encara en diagonal hacia el arco. Se frena, levanta la cabeza. Lo enciman otra vez dos contrarios. Pisa la pelota, amaga un enganche hacia fuera y la acomoda hacia adentro. Simula un disparo al arco y continúa trasladando. Se frena y engancha hacia el otro lado. Primero intenta un pase en cortada, pero no ve el hueco; después prueba con el desborde, pero está muy marcado. La tira muy larga, llega con lo justo, pisa la pelota contra la raya de fondo, pero se la roban.
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Al finalizar el partido, el relator describe que el armador no estuvo veloz con los pases, que demoró mucho, que se entretuvo demasiado con la pelota y no la soltó con la rapidez requerida. El comentarista diagnostica que el armador pasa por un mal momento. «¿Por qué lo dice?», pregunta el relator. «Sencillo: los buenos momentos pasan rápido.»

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