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14 de octubre de 2011

El secreto del éxito


Ojo de la tormenta, originalmente cargada por Lewenhaupt.


El secreto del éxito consiste en no tener el secreto del éxito pero decir que uno lo tiene. A continuación, después de pavonearse un tiempo por ahí simulando poseer la clave de una vida próspera (si es preciso, uno debe endeudarse hasta el límite máximo que le permitan las entidades bancarias) hay que escribir un libro con una serie de lecciones que no conducirán al éxito, pero que tendrán la apariencia de ser buenos consejos para alcanzarlo. (Para ello no hace falta pensar: se puede plagiar, homenajear y/o reformular obras capitales como El arte de la guerra o diversos manuales de autoayuda.)
Viniendo de alguien que tiene el secreto del éxito (que vive en el éxito), los consejos serán bien recibidos, incluso buscados. Muchas personas estarán dispuestas a pagar grandes sumas de dinero por hacerse con las recomendaciones que desembocan en el secreto.
Al cabo de un tiempo (más bien breve) y de unas dos o tres apariciones remuneradas en foros, conferencias y programas de televisión, uno habrá pagado todas sus deudas y comenzará a vivir el éxito (ahora sí) hasta el fin de los días.
Si en el instante previo a la muerte ocurriera que la mala conciencia, la necesidad de soltar el peso de lo oculto, o un repentino ataque de bondad lo obligaran, uno podría confesar (como confieso yo ahora) la verdadera clave del triunfo. Expresada con la sucinta belleza y la majestuosa sencillez del último suspiro, diría algo así:

Haz lo que yo hago y no lo que yo digo.


NOTA:
Obsérvese que el autor siempre tuvo el secreto del éxito, desde el primer momento, incluso cuando afirma que no lo tenía. Quizás no había alcanzado el éxito como tal, pero ya había trazado un plan para conseguirlo.
La revelación final, por su parte, es una paradoja: se trata de una frase, sentencia o afirmación que, por tanto, no deja de ser un dicho, un consejo, una lección; en consecuencia, según enuncia la propia frase, no debe ser tenida en cuenta.
A todas luces, el autor parece estar dispuesto a llevarse el secreto a la tumba. (O tal vez su éxito fue obra del azar y no de un plan premeditado. O quizás es que nunca consiguió el éxito y su secreto consiste en que no hay secreto…)

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