Un hombre torpe y
tímido se enamoró de una compañera de trabajo. Desorientado, sin saber cómo
actuar, pidió consejo a un amigo.
El amigo le dijo:
“Es muy simple. La llamás a tu despacho y, cuando estén solos, la mirás a los
ojos y la invitás a salir. Eso sí: con mucho tacto, con educación y respeto.”
El hombre, torpe
y tímido, no quiso escuchar más. Entusiasmado con el plan, decidió ponerlo en
práctica de inmediato. Se las ingenió para que sus colegas de escritorio
abandonaran la habitación, cerró la puerta, tomó el teléfono, marcó un número
interno y dijo:
“Daniela, soy
Félix, de Administración. ¿Podrías venir un momento a mi oficina?”
Al cabo de unos
pocos minutos, Daniela abrió la puerta y, pidiendo permiso, entró. Cerró despacio
y se quedó expectante. Félix la miró a los ojos e invitó, educado y respetuoso:
“Daniela, ¿serías
tan amable de salir de mi despacho? ”
La mujer,
perpleja, abandonó el cubil como una oportunidad que se va para no volver.
2 comentarios:
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El comentario de Mario es mejor que el post. Incluso que muchos posts juntos =P
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