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11 de octubre de 2010

Artilugios del habla

Un investigador creó una máquina para comprender idiomas. Conectándose unos electrodos a la cabeza, un sujeto podía entender todas las lenguas sin necesidad de estudiarlas.
Al mismo tiempo, un inventor construyó otro artilugio: una suerte de máscara-altavoz a través de la que una persona podía expresarse en cualquier lenguaje deseado. Bastaba con hablar en la lengua materna y el aparato se encargaba de traducir en simultáneo.
Ambos inventos adquirieron fama y pronto se comercializaron por todo el globo. Al cabo de un par de años, no hubo quien no tuviera en su poder al menos uno de los dos prodigios.
De este modo, humanos de distintas razas, culturas y sensibilidades nacionales pudieron comunicarse entre sí con natural fluidez.
Pero pasado el entusiasmo inicial siguió habiendo mentiras, malentendidos, ofensas, conspiraciones, y la mayoría de la gente continuó sin tener nada importante que decir.

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