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22 de octubre de 2010

Consejos al consumidor (III)

    Normalmente los compramos llenos de ilusión y esperanza. Nos parecen útiles, modernos, fiables e incluso agradables a la vista. Llegamos a creer que son la solución a todos nuestros problemas.
    Pero una vez que los metemos en casa comienzan a aflorar todos los vicios ocultos. Al segundo día fallan y nos decepcionan. A partir de entonces nos dan más problemas de los que resuelven, mientras su mantenimiento nos cuesta cada vez mayores cantidades de dinero.
    Y eso no es todo. Pareciera como si se adueñaran de nuestra vida y nos hicieran creer que nada es posible sin ellos. Sin que sepamos cómo, nuestros destinos están en sus manos.
    Por eso desaconsejamos categóricamente la adquisición tanto de ordenadores como de políticos.

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