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4 de abril de 2010

El fin de la muerte


El día en que se celebraba el fin de la Muerte se pecó de optimismo. En primer lugar, porque sólo se trataba de dar la bienvenida a un fármaco que retrasaba indefinidamente el envejecimiento; en segundo lugar, porque la elaboración del fármaco era lenta y compleja, a tal punto que sólo un laboratorio en todo el planeta era capaz de ensamblar adecuadamente sus componentes; en tercer lugar, porque el fármaco era costoso y, por tanto, sólo estaba al alcance de los más ricos y poderosos.
La noche en que se celebraba el fin de la Muerte, los sepultureros dinamitaron el laboratorio e incendiaron el registro de patentes; los fabricantes de cremas faciales y suplementos vitamínicos robaron y destruyeron las existencias del fármaco; los dueños de asilos y geriátricos secuestraron y asesinaron a los científicos, farmacéuticos, directivos, burócratas, administrativos, funcionarios y empleados de todo rango que participaron en el proyecto.
Al día siguiente de que se celebrara el fin de la Muerte, se celebraron muchos funerales y la vida siguió su curso.

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