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29 de julio de 2010

Falacias

Las falacias son, según Irving Copi, razonamientos lógicamente incorrectos. No deben confundirse con falsedades: las falacias pueden producir conclusiones verdaderas, como esta:
  • Todos los hombres tienen el pelo verde.
  • Sócrates es un perro.
  • Luego, Sócrates es mortal.
La conclusión es verdadera, pero no se desprende de las premisas. Este ejemplo es burdo, pero vayamos a una clásica falacia ad hominem, donde las afirmaciones de un sujeto no son descalificadas por algún tipo de razonamiento válido, sino mediante la desacreditación del propio sujeto. La falacia adopta la apariencia de razonamiento, pero, como en el ejemplo anterior, su conclusión (verdadera o falsa) no se deriva de las premisas:
  • John Smith afirma que los taxis de Nueva York son rojos.
  • John Smith engaña a su mujer.
  • Luego, los taxis de Nueva York no son rojos.
Alguien pretenderá que el razonamiento es válido, sólo que está comprimido y que implica más pasos de los expuestos, tal que así:
  • John Smith afirma que los taxis de Nueva York son rojos.
  • John Smith engaña a su mujer.
  • Por tanto, John Smith miente regularmente.
  • Por tanto, John Smith miente en esta ocasión.
  • Luego, los taxis de Nueva York no son rojos.
Ahora nos parece que el razonamiento tiene más sentido, máxime porque todos sabemos (cine mediante) que los taxis de Nueva York son amarillos. Hagamos la prueba, entonces, haciendo decir a John Smith que los taxis son amarillos:
  • John Smith afirma que los taxis de Nueva York son amarillos.
  • John Smith engaña a su mujer.
  • Por tanto, John Smith miente regularmente.
  • Por tanto, John Smith miente en esta ocasión.
  • Luego, los taxis de Nueva York no son amarillos.
Entonces, ante la conclusión falsa, es cuando uno dice: ¿cómo llegamos a esto? ¿Qué tiene que ver una cosa con la otra?
Además, todos sabemos que la mujer de John Smith espía los movimientos de su marido a través del GPS instalado en el automóvil de su esposo, por lo que el señor Smith no tiene otra alternativa que utilizar el trasporte público para acudir a sus citas clandestinas. Por otra parte, numerosos estudios de prestigiosas universidades confirman que los maridos adúlteros utilizan el taxi con más frecuencia que los maridos fieles. Por tanto, es evidente hasta para el más idiota que John Smith conoce que el color de los taxis es blanco y rojo. Suponiendo que viviera en Madrid.

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