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30 de julio de 2010

Paramnesia

Yo creía tener problemas de memoria. A veces las cosas no eran tal como las recordaba. Por ejemplo, solía pensar que la vieja bicicleta de mi abuelo era amarilla, pero hace poco encontré una foto antigua y descubrí que no, que era roja. También estaba convencido de que mi maestra de tercer grado se llamaba Marta, pero resultó ser Mirtha; o que mi primer día de jardín había sido soleado, cuando en realidad llovía.
Los detalles se me escapaban. No lo grueso ni lo importante. Pero sí los detalles. Comencé a preocuparme: cada vez que veía una foto, leía una revista vieja o encontraba documentos antiguos, tenía la sensación de haber vivido equivocado. Así que fui al médico y le pregunté: “¿Es grave doctor?”
El hombre me miró serio, respiró profundamente y me explicó: “Mire, no parece muy grave, no. He tenido casos más severos que el suyo. Pero le mentiría si le dijera que tiene cura. Voy a serle sincero: su problema se debe a una serie de anomalías espacio-temporales provocadas por viajeros del futuro que intervienen en el pasado generando ramificaciones en la línea de tiempo apenas sensibles, derivando a algunos individuos como usted a universos paralelos donde las cosas no son exactamente como las recuerdan. Pero tranquilo, mientras sólo sean detalles no le impedirán hacer vida normal. Otra cosa sería que usted viniera a decirme, como el paciente de hace unos días, que durante casi todo el siglo XX existió un extraño país monstruoso denominado Unión Soviética y que se disputó el dominio del mundo con otro llamado Estados Unidos. Entonces tendríamos un problema.”

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