En la antigua ciudad construyeron un ferrocarril circular, cuyas estaciones de salida y terminal eran la misma. De hecho, no se sabía cuál de las cuatro paradas era la principal.
El circular conducía a cuatro zonas estratégicas de la urbe: una, donde se ubicaban las guarderías, las escuelas, los colegios y las universidades; otra, donde se encontraban las oficinas, los bancos y los comercios; en la tercera estaban las viviendas, las residencias de ancianos, los parques y los hospitales; en la última, estaban las fábricas, el aeropuerto y el cementerio.
Alguien pretendió ver aquí una metáfora del tiempo: el círculo de la vida sobre raíles, donde cada apeadero era una estación del año (primavera, verano, otoño e invierno) o un momento en las edades del ser humano (juventud y aprendizaje; madurez y trabajo; vejez y descanso; muerte y final).
Pero el tren dejó de operar por falta de pasajeros y la ciudad continuó su vida sin mayores inconvenientes.
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