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23 de enero de 2012

Pixelado


Un escritor contemporáneo se propuso escribir una novela policial, como tantas otras, pero con una curiosidad: las iniciales de los nombres de todos los personajes se corresponderían con las extensiones más conocidas de los archivos informáticos: PPT, JPG, DOC, XLS, PDF, PSD, GIF, BMP, TXT y así siguiendo.
No conforme con ello, intentó que las características de los protagonistas tuvieran alguna relación con el tipo de archivo al que referían: DOC, un catedrático de renombre, era sospechoso del asesinato de TXT, un estudiante de Letras; JPG era un joven policía que desplazaba al anticuado BMP, mientras que TIF era más inteligente, y RAW el más noble y elemental; XLS era un contador en la empresa donde PPT se dedicaba a las relaciones públicas; PDF era un periodista que estaba en todas partes y GIF era un vendedor de segunda contratado por la empresa de HTML.
El escritor esperaba que su público apreciara estas sutilezas, de modo que no mencionó su astuto el juego de archivos e iniciales en las distintas presentaciones, ni arrojó pistas sobre ello en las entrevistas o en sus columnas firmadas.
Aproximadamente uno de cada diez (o de cada veinte) lectores descubrió el vínculo entre extensiones y personajes, y uno de cada diez (o veinte) de los sagaces comentaron la jugada en foros, chats y redes sociales. A pesar de ello, no consiguieron mejorar la opinión general sobre la novela, considerada como de mala calidad: la resolución del caso era abrupta y pobre, y quedaban muchos detalles sin definir. 

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