Solían creer que
era un tipo responsable, que pasaba horas y horas trabajando con su portátil,
en cualquier lugar, en cualquier momento.
Solían verlo
siempre serio, meditabundo, concentrado en su pantalla, moviendo levemente los
dedos sobre una tecla o sobre el touch-pad.
Solían pensar de
él que era un tipo inteligente, que sus silencios eran fruto de una intensa
reflexión, que el día que hablara sería para pronunciar la palabra justa.
Solían aventurar
que gozaba de genio, de una mente prodigiosa ocupada en grandes asuntos, en
cosas importantes más allá de nuestro entendimiento.
Solían
encontrarlo inmóvil, pensativo, abstraído del entorno, solo él y su máquina.
Solían apreciar
en su rostro un gesto de rabia, disconforme, propio de un perfeccionista que no
solo busca una solución, sino la mejor solución posible.
Solían arriesgar
que sus suspiros, profundos y apesadumbrados, eran fruto de una frustración
humana, propia de quien sabe que puede dar más.
Solían tener la
esperanza de que en ese cerebro y en ese procesador se encontraba la respuesta
a los misterios del Universo, la cura a todos los males, el destino futuro de
la humanidad.
* * *
Solía perder en
el solitario.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario