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16 de enero de 2012

Solitario


Solían creer que era un tipo responsable, que pasaba horas y horas trabajando con su portátil, en cualquier lugar, en cualquier momento.
Solían verlo siempre serio, meditabundo, concentrado en su pantalla, moviendo levemente los dedos sobre una tecla o sobre el touch-pad.
Solían pensar de él que era un tipo inteligente, que sus silencios eran fruto de una intensa reflexión, que el día que hablara sería para pronunciar la palabra justa.
Solían aventurar que gozaba de genio, de una mente prodigiosa ocupada en grandes asuntos, en cosas importantes más allá de nuestro entendimiento.
Solían encontrarlo inmóvil, pensativo, abstraído del entorno, solo él y su máquina.
Solían apreciar en su rostro un gesto de rabia, disconforme, propio de un perfeccionista que no solo busca una solución, sino la mejor solución posible.
Solían arriesgar que sus suspiros, profundos y apesadumbrados, eran fruto de una frustración humana, propia de quien sabe que puede dar más.
Solían tener la esperanza de que en ese cerebro y en ese procesador se encontraba la respuesta a los misterios del Universo, la cura a todos los males, el destino futuro de la humanidad.
* * *
Solía perder en el solitario.

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