Uno, dos, tres y cuatro. Cambio.
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1 de junio de 2010
Cuento y corto
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31 de mayo de 2010
Fragmento tajante
(Para Illustration Friday, "Slither". Idea de Natalia E. Cerletti)
(...)
(...)
("Una buena noche", en El Vampiro de Villa Soldati y otros asesinos)
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27 de mayo de 2010
Siga en exclusiva la participación de Australia en el Mundial de Fútbol
Señales de Humo y Libreta de notas presentan la nueva web creada para seguir todas las vicisitudes de la participación australiana en la Copa Mundial de Fútbol. Primicias exclusivas, entrevistas con los protagonistas, todas las crónicas, todos los partidos y todos los goles de Australia en una sola página.
Con actualizaciones permanentes a partir del 11 de junio, la página ya está en marcha adelantando las principales novedades de los Socceroos para el próximo torneo.
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Visite Todos los goles de Australia
Si nadie se opone, me retiro
Subidos al tren del éxito, nos pasamos tres estaciones: invierno, primavera y verano. Incluso puede que alguna más (complete la serie). Naturalmente, veníamos distraídos, abstraídos y/o sustraídos. Acabábamos de recibir el Premio Focsmolder a la teoría de la conspiración más ridícula de las últimas nueve semanas y media. Debido a nuestro trabajo “Crisis, ¿qué crisis?”, en el cual confirmábamos que la crisis económica es pura imaginación, que sólo existe en nuestras cabezas, fuimos ampliamente repudiados por un auditorio repleto de desempleados, endeudados y corredores de bolsa. Intuimos que a nadie le gusta que lo llamen esquizofrénico paranoide. Es importante remarcar, no obstante, que nos referíamos a nosotros antes que a ellos, pero es difícil hacerse entender cuando se vive en una fantasía constante y disonante.
Dios miente o ríe, no espera
Debido a nuestro trabajo “Crisis, ¿qué crisis?”, en el cual confirmábamos que la crisis económica es pura imaginación, que sólo existe en nuestras cabezas, fuimos ampliamente repudiados por un auditorio repleto de desempleados, endeudados y corredores de bolsa. Inevitablemente, y aunque parezca lo contrario, siempre caemos en el mismo tipo de laguna mental, quizás porque viajamos siempre en el mismo ferrocarril. Oculta a la mirada de los que no saben distinguir racional de razonable, creemos que nuestra preciada reliquia podrá pervivir muchos años. Sólo nosotros tenemos la razón. Más pronto que tarde, acabaremos por imponer nuestro criterio, aunque para ello debamos retroceder las tres estaciones que pasamos. Intuimos que a nadie le gusta que lo llamen esquizofrénico paranoide. Es decir, punto y aparte. Naturalmente, veníamos distraídos, abstraídos y/o sustraídos. Tal vez si fuésemos más coherentes y/o/u cuerdos, podríamos intentar alguna variante hermenéutico-panégírica para describir nuestra maravillosa iluminación, pero no es el caso. Está escondida en un armario, bajo llave, no vaya a ser cosa que la perdamos en un descuido.
19 de mayo de 2010
Esto no tiene sentido
Hay quien dice que la escritura es una forma de comunicación imperfecta, que induce a errores y puede perpetuar equívocos. La ambigüedad y el doble sentido acechan en cada palabra, especialmente en el fenómeno de la deixis, por lo que cabe preguntarse:
¿Tiene sentido editar una publicación pequeña compuesta por un puñado de relatos breves y juegos de palabras que parecen no tener sentido, acompañados por ilustraciones que no ilustran nada?
También podemos preguntarnos para qué nos preguntamos aquello si esto está tan claro. Eso sí, o no. En fin, algo sí es verdadero, y es que la la verdad no está ni en esto ni acá.
La respuesta en este enlace.
¿Tiene sentido editar una publicación pequeña compuesta por un puñado de relatos breves y juegos de palabras que parecen no tener sentido, acompañados por ilustraciones que no ilustran nada?
También podemos preguntarnos para qué nos preguntamos aquello si esto está tan claro. Eso sí, o no. En fin, algo sí es verdadero, y es que la la verdad no está ni en esto ni acá.
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Complot
En realidad, Bin Laden no existe. Es un invento que se sacaron de la manga los yanquis para justificar el gasto militar cuando se acabó la Guerra Fría. Aunque, entre nosotros, la Unión Soviética, y especialmente la amenaza comunista, era un invento de los europeos para que les pagaran el Plan Marshall y les financiaran el Estado de Bienestar.
Ahora bien, eso del Estado de Bienestar… no era más que un cuento para tener a la gente callada y tranquila, sin rechistar, mientras se creaban los grandes grupos multinacionales y las grandes corporaciones capitalistas de espaldas al pueblo.
Eso sí, los grandes capitales no son más que la fachada tras la que se esconde una conspiración judeo-masónica para dominar el mundo. Si bien, a decir verdad, el contubernio masónico es una cortina de humo, es el chivo expiatorio al que se le echa la culpa de tramar un plan maquiavélico y, sobre todo, materialista. Eso mantiene a la gente en la oscuridad desviando sus preocupaciones muy lejos de la realidad. Porque gracias a la teoría de un contubernio todo el mundo piensa que el mundo se mueve por intereses económicos y en términos de poder terrenal, cuando la realidad es que Alá es el dios verdadero y Mahoma es su profeta.
Pero a mí no me engañan, Yo creo que el Islam y todo eso son sólo una excusa para justificar las acciones terroristas de Bin Laden.
Ahora bien, eso del Estado de Bienestar… no era más que un cuento para tener a la gente callada y tranquila, sin rechistar, mientras se creaban los grandes grupos multinacionales y las grandes corporaciones capitalistas de espaldas al pueblo.
Eso sí, los grandes capitales no son más que la fachada tras la que se esconde una conspiración judeo-masónica para dominar el mundo. Si bien, a decir verdad, el contubernio masónico es una cortina de humo, es el chivo expiatorio al que se le echa la culpa de tramar un plan maquiavélico y, sobre todo, materialista. Eso mantiene a la gente en la oscuridad desviando sus preocupaciones muy lejos de la realidad. Porque gracias a la teoría de un contubernio todo el mundo piensa que el mundo se mueve por intereses económicos y en términos de poder terrenal, cuando la realidad es que Alá es el dios verdadero y Mahoma es su profeta.
Pero a mí no me engañan, Yo creo que el Islam y todo eso son sólo una excusa para justificar las acciones terroristas de Bin Laden.
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18 de mayo de 2010
Holocausto* artístico
Un dibujante creó un personaje sobre papel. Todos los días trabajaba en él, sin poder nunca acabarlo. A veces añadía un nuevo detalle, otras corregía un defecto, borraba manchas o acentuaba algunas sombras. Cada mañana se decía a sí mismo que antes de acostarse tendría el dibujo acabado, listo para darle color, pero aquello jamás ocurría. No acababa de verlo completo, definitivo.
Desolado, le comentó su problema a un colega. Éste le dijo que no había nada de raro, y que un famoso artista también había trabajado durante años sobre un mismo retrato, con tanto celo que no hubo día en que no hubiera soltado una pincelada sobre el lienzo. A medida que pasaba el tiempo, el retrato iba envejeciendo con el artista: trazos oscuros dibujaban arrugas sobre una piel de tonos cada vez más pálidos y moteada de pequeñas manchas; los finos rastros que semejaban negros cabellos se volvían suaves estrías blancas; las manos, representadas con firmes contornos y aferradas al apoyabrazos de un sillón, se convertían en débiles manchas que se dejaban vencer por la gravedad.
El pintor, obsesionado con alcanzar la excelencia, se dio cuenta de que nunca podría dejar de trabajar en el retrato, porque el tiempo seguía pasando y la imagen sobre el caballete quedaba constantemente desactualizada. Se había sentido obligado a subsanar esta imperfección de su arte, pero ello acabó agotándolo y hartándolo de ese rostro que lo había acompañado durante años y años. Una noche confesó en público que había sido derrotado, que era imposible terminar el retrato y que se iba a deshacer de él a la mañana siguiente.
Pero cuando su galerista fue a visitarlo días después, lo encontró tendido en el suelo de su estudio, desangrado por completo. En el cuadro, la figura empuñaba un cuchillo ensangrentado.
Después se supo que había sido asesinado por unos ladrones, cuando intentaba evitar que le robaran el retrato. Pero entonces ya nadie quiso hacerse cargo de aquella macabra pintura, que concluyó sus días arrumbada en un sótano, a merced de las ratas y la humedad.
Después de aquella conversación, el dibujante llegó de nuevo a su taller, tomó el dibujo y lo arrojó a una papelera metálica junto con un fósforo encendido y un poco de kerosén.
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Desolado, le comentó su problema a un colega. Éste le dijo que no había nada de raro, y que un famoso artista también había trabajado durante años sobre un mismo retrato, con tanto celo que no hubo día en que no hubiera soltado una pincelada sobre el lienzo. A medida que pasaba el tiempo, el retrato iba envejeciendo con el artista: trazos oscuros dibujaban arrugas sobre una piel de tonos cada vez más pálidos y moteada de pequeñas manchas; los finos rastros que semejaban negros cabellos se volvían suaves estrías blancas; las manos, representadas con firmes contornos y aferradas al apoyabrazos de un sillón, se convertían en débiles manchas que se dejaban vencer por la gravedad.
El pintor, obsesionado con alcanzar la excelencia, se dio cuenta de que nunca podría dejar de trabajar en el retrato, porque el tiempo seguía pasando y la imagen sobre el caballete quedaba constantemente desactualizada. Se había sentido obligado a subsanar esta imperfección de su arte, pero ello acabó agotándolo y hartándolo de ese rostro que lo había acompañado durante años y años. Una noche confesó en público que había sido derrotado, que era imposible terminar el retrato y que se iba a deshacer de él a la mañana siguiente.
Pero cuando su galerista fue a visitarlo días después, lo encontró tendido en el suelo de su estudio, desangrado por completo. En el cuadro, la figura empuñaba un cuchillo ensangrentado.
Después se supo que había sido asesinado por unos ladrones, cuando intentaba evitar que le robaran el retrato. Pero entonces ya nadie quiso hacerse cargo de aquella macabra pintura, que concluyó sus días arrumbada en un sótano, a merced de las ratas y la humedad.
Después de aquella conversación, el dibujante llegó de nuevo a su taller, tomó el dibujo y lo arrojó a una papelera metálica junto con un fósforo encendido y un poco de kerosén.
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* holocausto.
(Del lat. holocaustum, y este del gr. ὁλόκαυστος).
(…)
2. m. Acto de abnegación total que se lleva a cabo por amor.
3. m. Entre los israelitas especialmente, sacrificio en que se quemaba toda la víctima.
Real Academia Española. Diccionario de la Lengua Española, XXII edición.
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9 de mayo de 2010
Venganza ficticia
(Basado en eventos actuales)*
I
Un imbécil habla por el teléfono móvil en un autobús de larga distancia. Tiene gripe y pregunta a la persona al otro lado de la línea por el mejor remedio para sus síntomas. Lo hace a viva voz, con tono pedante, mezclando toses con quejas acerca del servicio de autobuses.El pasajero sentado delante del imbécil piensa: “El mejor remedio para usted es el cianuro.” El pasajero sentado detrás del imbécil piensa: “¿Es correcto decir ‘al otro lado de la línea’ para referirse a una conversación a través de un servicio de telefonía móvil?”
II
Una persona recibe el llamado de un imbécil que viaja en autobús, que tiene gripe y que se queja del servicio. El imbécil le pregunta cuál es el mejor remedio para los síntomas gripales, y la persona le responde que lo suyo no tiene cura. Después de una pausa y de unas carcajadas, aclara que a la gripe hay que aguantársela, que se pasa sola y que, todo lo más, emplee paracetamol, aspirinas, vitamina C y algo que ayude a aflojar la mucosidad. También le indica que puede emplear remedios caseros de probada eficacia. El imbécil tose al teléfono, vuelve a quejarse de lo lento e incómodo que es el autobús, y de lo mal que lo está pasando. La persona, entonces, le indica que añada a la receta una dosis de cianuro, que eso siempre cura todos los males. Y ríe de nuevo.
III
El de adelante se inclina hacia delante ajustando el mecanismo de su asiento reclinable y duda sobre la posibilidad de que ello contribuya a evitar el contagio de la gripe que escupe el imbécil con cada tos y cada palabra. El de atrás, por su parte, se inclina a creer que es correcto decir, en sentido figurado, “la persona al otro lado de la línea” incluso para referirse a conversaciones mantenidas a través de servicios de telefonía móvil. Mientras tanto, el tipo con gripe que habla por teléfono se inclina a pensar que preocuparse por cuestiones como aquellas es cosa de imbéciles. El de adelante y el de atrás abandonan entonces sus cavilaciones, reconociendo la incuestionable autoridad del griposo en materia de imbecilidad.
Epílogo
El autobús llega a destino y los pasajeros descienden. El chofer va a abandonar el coche pero descubre que todavía hay un pasajero en su asiento. Cuando se acerca a advertirle de que ya arribaron a la estación terminal, comprueba que el pasajero está muerto. Observa su mano y ve que tiene un frasco de cianuro, al que seguramente confundió con algún jarabe para la tos. “¡Qué imbécil!”, piensa el chofer mientras llama a urgencias. Pero no responde nadie. No hay línea.
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7 de mayo de 2010
Un minuto de silencio
Arco, originalmente cargada por My Buffo XP.
Antes de cada encuentro, se hacía obligatoriamente un minuto de silencio. Al principio se usaba como excusa el fallecimiento de una tía abuela del presidente, del perro del entrenador, de las víctimas de una catástrofe natural en la otra punta del mundo. Pero después el lúgubre homenaje se celebraba en honor de todos los que habían muerto entre un partido y el siguiente. Por los altavoces sonaba una triste melodía de violín y, al culminar el minuto (sesenta exactos segundos, ni uno más ni uno menos), el locutor del estadio repetía tres veces seguidas “no somos nada”.
Como si de un conjuro se tratase, los rivales de Centinelas caían en una profunda depresión, jugaban sin ganas, las fuerzas abandonaban sus piernas y no oponían resistencia a los ataques del equipo local.
Todos los cotejos disputados en Villa Ortúzar acababan en escandalosa goleada de Centinelas. Hasta que un día se presentó la Asociación Atlética Campo Santo de Venado Tuerto, un desarbolado equipo que contaba sus partidos por derrotas. Centinelas cumplió con su liturgia fúnebre, pero el encuentro salió muy peleado, disputado, trabado, y empataron a cero.
Cuando marchaban a los vestuarios, un jugador rival se acercó al capitán de Centinelas y habló así:
–Gracias, de verdad –exclamó con sentida emoción.
–¿Por qué? –preguntó sorprendido el capitán.
–Por el homenaje. Allá, en Venado Tuerto, la gente no se cansa de decirnos que somos unos muertos –contestó el rival.
–Será en sentido figurado… –interpretó el capitán.
–Nosotros nos tomamos muy en serio la opinión de nuestros hinchas –dijo el rival, muy respetuoso. Y añadió: –Pero una muestra tan grande de comprensión es un aliento para nosotros. Así que gracias. Así vale la pena seguir peleando.
Después, los jugadores de Venado Tuerto subieron a sendos coches fúnebres y regresaron a casa.
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5 de mayo de 2010
Origen de la International League Against Stupidity (ILAS)
(Fragmento)
Todo comenzó con una pequeña célula en el Reino Unido, el Lothian-Fish Army, agrupación de escoceses nacionalistas afincados en Londres que conmutó sus objetivos a largo plazo (la liberación de Escocia) por metas más urgentes, a fin de salvar los escollos inevitables en el camino hacia la independencia del yugo imperialista inglés.
Corría el año 1983 cuando Sean McCoist, líder del grupo, descubrió que la humanidad estaba llena de idiotas y que ello constituía el impedimento más importante para el desarrollo de sus ideas políticas. Una noche de borrachera, él y otros cuatro miembros del Lothian-Fish Army tuvieron un roce con un grupo de adolescentes identificados con la subcultura urbana dark. Según los testigos, los caledonios discutían con los atormentados párvulos acerca de quién tenía prioridad en el pub para pedir una jarra de cerveza. Los escoceses emplearon su acostumbrado, principal y casi único argumento: “Nosotros estábamos aquí desde antes de que llegaran ustedes”. Pero los simpatizantes de The Cure dijeron algo así como que los escoceses deberían dejar de lamentarse (“Los chicos no lloran”, habrían sido sus palabras textuales) y que se conformaran con ser los segundos en la fila.
Todo comenzó con una pequeña célula en el Reino Unido, el Lothian-Fish Army, agrupación de escoceses nacionalistas afincados en Londres que conmutó sus objetivos a largo plazo (la liberación de Escocia) por metas más urgentes, a fin de salvar los escollos inevitables en el camino hacia la independencia del yugo imperialista inglés.
Corría el año 1983 cuando Sean McCoist, líder del grupo, descubrió que la humanidad estaba llena de idiotas y que ello constituía el impedimento más importante para el desarrollo de sus ideas políticas. Una noche de borrachera, él y otros cuatro miembros del Lothian-Fish Army tuvieron un roce con un grupo de adolescentes identificados con la subcultura urbana dark. Según los testigos, los caledonios discutían con los atormentados párvulos acerca de quién tenía prioridad en el pub para pedir una jarra de cerveza. Los escoceses emplearon su acostumbrado, principal y casi único argumento: “Nosotros estábamos aquí desde antes de que llegaran ustedes”. Pero los simpatizantes de The Cure dijeron algo así como que los escoceses deberían dejar de lamentarse (“Los chicos no lloran”, habrían sido sus palabras textuales) y que se conformaran con ser los segundos en la fila.
27 de abril de 2010
Intercambio de palabras
–Poca cosa. Intercambiábamos unas palabras.
–¿Ah, sí?
–Sí. Yo le di un seguramente y el me dejó un par de quizás.
Ceci n'est pas Cecilia, originalmente cargada por Julikeishon -dibujos-.
–¿Ah, sí?
–Sí. Yo le di un seguramente y el me dejó un par de quizás.
–Veo que no llegaron a nada.
–Es que me reservo nada para una negociación especial.
–¿Qué tipo de negociación?
–Una especial, ya te lo dije. ¿Qué más querés saber?
–¿La verdad, por ejemplo?
–No. A la verdad no la cambiaría por nada.
–¿Entonces? ¿Qué vale tanto como nada?
–Supongo que habrá algo que lo valga.
–¿Todo?
–Tal vez, pero ¿quién daría todo por nada?
–Entiendo… Entonces, ¿cómo pensás en cambiar nada?
–Se me ocurrió que, en una situación asfixiante, alguien querría conmutar nada por ahogado.
–Eso sería aprovecharse. Y además, ¿para qué necesitás vos un ahogado?
–¿La verdad? Seguramente para nada.
–Al final, quizás todo sea para nada. O quizás no.
–Al final, quizás todo sea para nada. O quizás no.
Ceci n'est pas Cecilia, originalmente cargada por Julikeishon -dibujos-.
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26 de abril de 2010
Verdadera cadena de verdaderas cadenas
Este mail no contiene la verdad, pero la verdad contiene a este mail. Hacelo circular y vas a encontrar la verdad.
Julio C. reenvió este mail y a la tarde siguiente, cuando iba en el colectivo 105 a la altura del puente de la Avenida San Martín sobre las vías del Ferrocarril San Martín, el sol le dio en la cara y tuvo una iluminación.
César G. reenvió este mail y al día siguiente fue a una casa de fotografía en la Avenida San Juan, casi Boedo, y recibió una revelación.
Washington P. reenvió este mail y una semana después le sacó la funda a su piano y realizó un descubrimiento.
Martín H. no reenvió este mail y la película es malísima.
Vladimiro M. no reenvió este mail y no pasó nada.
Así que, si estás leyendo este mail, ya recibí (o en breve voy a recibir) mi parte de la verdad. Si no lo estás leyendo, en cambio, es que no te lo envié.
El hombre y la máquina, originalmente cargada por Julikeishon.
El hombre y la máquina, originalmente cargada por Julikeishon.
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22 de abril de 2010
¿De qué trata la historia?
–Es la historia de una historia.
–Mmh… ¿Podrías aclarar un poco más?
–Es la historia de un tipo que le cuenta una historia a otro tipo.
–¿Y de qué trata la historia que el tipo le cuenta al otro tipo?
–De un tipo que le cuenta una historia a otro tipo.
–No, eso ya lo dijiste. Yo digo la historia que cuenta el tipo de tu historia al otro tipo…
–Eso mismo. Mi historia trata de un tipo que le cuenta una historia a otro tipo, en la que un tipo le cuenta una historia a otro tipo.
–Ah… ya veo. Es como una lata de Royal, que tiene dibujada una lata de Royal, que a su vez tiene dibujada una lata de Royal… Una regresión al infinito, que le dicen.
–Así es.
–Pero bueno, de todos modos tu historia tendrá un final. Digo yo.
–Sí y no. Digamos que no tiene un final convencional.
–¿Y eso?
–Se corta abruptamente.
–¿Podrías darme un ejemplo?
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20 de abril de 2010
Crédulo
Al oír que todos los caminos conducían a Roma, el joven Marco Tulio le dijo a su maestro que seguiría al azar cualquier camino hasta su final, y que de este modo no tardaría mucho en volver a la capital del Imperio.
Cuando pasaron veinte años sin noticias de Marco Tulio, el maestro supo que no había enseñado adecuadamente a su discípulo el arte de la retórica, en especial la comprensión de las figuras o tropos.
Cuando pasaron veinte años sin noticias de Marco Tulio, el maestro supo que no había enseñado adecuadamente a su discípulo el arte de la retórica, en especial la comprensión de las figuras o tropos.
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19 de abril de 2010
El compañero
"El policía arrimaba la cara a la pantalla, sin saber que cuanto más cerca, peor se ve. El compañero se mantenía a una distancia prudente, de pie, erguido. El resplandor no alcanzaba su rostro, que permanecía en sombras."
("El Vampiro de Villa Soldati", en El Vampiro de Villa Soldati y otros asesinos)
"Su vista aguzada, no obstante, era incapaz de imaginar el rostro del segundo oficial: adivinaba su postura de brazos cruzados, apoyado apenas contra el marco de una ventana cerrada, con las sombras cubriéndole la cara como una capucha de verdugo."
("Dolores", en El Vampiro de Villa Soldati y otros asesinos)
(Para Illustration Friday, "Detective")
("El Vampiro de Villa Soldati", en El Vampiro de Villa Soldati y otros asesinos)
"Su vista aguzada, no obstante, era incapaz de imaginar el rostro del segundo oficial: adivinaba su postura de brazos cruzados, apoyado apenas contra el marco de una ventana cerrada, con las sombras cubriéndole la cara como una capucha de verdugo."
("Dolores", en El Vampiro de Villa Soldati y otros asesinos)
(Para Illustration Friday, "Detective")
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15 de abril de 2010
Chiste nº 3 (humor alemán)
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11 de abril de 2010
Ojos brillantes (extracto)
(...)
Un perro yacía contra el frente de un edificio antiguo. Las marcas de sus enfermedades eran notorias y, a decir verdad, no se sabía si estaba vivo o muerto. Las moscas sobrevolaban su cuerpo arruinado, se posaban sobre él como quien busca algo insistentemente, desesperadamente, diez veces en el mismo lugar. Un gato viejo reposaba atento debajo de un auto abandonado, a la espera del fresco de la noche. Un extraño insecto trepaba por un árbol enfermo y deshojado a la vista de un ave que se ocultaba entre las chapas de un almacén en ruinas. No iba a llover, no ese día, y todos los animales lo sabían. Esa era una jornada de la que sólo cabía aguardar que pasara pronto. Nadie tenía previsto moverse de sus lugares.
(...)
(Para Illustration Friday, "Linked")
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4 de abril de 2010
El fin de la muerte
El día en que se celebraba el fin de la Muerte se pecó de optimismo. En primer lugar, porque sólo se trataba de dar la bienvenida a un fármaco que retrasaba indefinidamente el envejecimiento; en segundo lugar, porque la elaboración del fármaco era lenta y compleja, a tal punto que sólo un laboratorio en todo el planeta era capaz de ensamblar adecuadamente sus componentes; en tercer lugar, porque el fármaco era costoso y, por tanto, sólo estaba al alcance de los más ricos y poderosos.
La noche en que se celebraba el fin de la Muerte, los sepultureros dinamitaron el laboratorio e incendiaron el registro de patentes; los fabricantes de cremas faciales y suplementos vitamínicos robaron y destruyeron las existencias del fármaco; los dueños de asilos y geriátricos secuestraron y asesinaron a los científicos, farmacéuticos, directivos, burócratas, administrativos, funcionarios y empleados de todo rango que participaron en el proyecto.
Al día siguiente de que se celebrara el fin de la Muerte, se celebraron muchos funerales y la vida siguió su curso.
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1 de abril de 2010
Mala pata
Justo ahora tenía que pasar. Justo ahora. No podía haber pasado hace dos años, ni dentro de cien. No, ahora, en este preciso momento. Para una vez que tengo suerte, se va todo al cuerno.
Hace dos años yo estaba deprimido, hundido en la miseria. Me habían echado del trabajo. Una reestructuración, como se dice en estos tiempos. También se me había muerto el gato. Pura coincidencia: comió una rata envenenada, o algo así, según me dijo el veterinario. Y mi ex mujer se había mudado a Ushuaia con los pibes. Le había salido un buen laburo y, como ella tenía la custodia, allá se los llevó.
Así que ahí estaba yo, solo como un náufrago en el océano, como un humorista sin gracia, como una bala en la ruleta rusa; invisible, ignorado, arruinado, sin plata ni familia ni nada en qué ocupar el tiempo. Tumbado en el sofá, mirando pasar los canales de televisión delante de mis ojos: uno y otro y otro… a cuál de todos más aburrido.
Y entonces me levanté, junté los pocos pesos que me quedaban, y salí a morir. No digo con dignidad, pero sí con alegría. Pensaba ir a un bar y emborracharme hasta el coma etílico. Y eso (casi) hice.
Me metí en un tugurio de mala muerte y me pedí lo más fuerte que tenían. Aguarrás-tonic, o algo así. Y empecé a tomar. Le lloré al barman mis penas, o eso creo recordar. El tipo, un profesional en regla, se aguantó mi sermón sin rechistar, escuchando con atención flotante, como si no me estuviera haciendo caso, sirviendo un whisky por acá, un martini por allá, una agua natural de mineralización débil sin gas por ahí. Pero me escuchaba, y su mirada severa indicaba comprensión, que sabía por lo que yo estaba pasando y que no iba a hacer nada para evitar lo inevitable. Su experiencia detrás de la barra le daba ese entendimiento superior que sólo los de su especie, los taxistas y (a veces) los psicólogos consiguen alcanzar. Lo resumió todo en una frase: “Si te querés matar, matate”.
Entonces se me arrimó una rubia. Tenía cara de estar triste y sola en este mundo abandonado. Me preguntó si me importaba que se sentase a mi lado. Le dije que no y le invité un trago. Se puso a hablar sola, de sus problemas y sus historias. Yo le seguí el juego como el barman hiciera antes conmigo. Después de veinte minutos (o de dos horas, no recuerdo bien), me di cuenta de que la tenía incrustada en mi hombro derecho, moqueando desconsolada, sonándose la nariz con lo que quedaba de la manga de mi traje de oficina. Ahí me di cuenta de que era momento de decir algo. “Uh, qué bajón”, fue lo único que brotó de mi incoherente boca entre los vapores del alcohol y un eructo mal reprimido. Luego la abracé (en parte para no caerme) y, sin más argumentos aquella noche, le conté a la rubia mi vida. La rubia dejó de llorar (se ve que lo mío era más terrible que lo que ella me había contado, aunque nunca sabré qué me contó). Nos compadecimos mutuamente y terminamos en un hotel mugriento.
Cuando salí de ahí, las ganas de morir me habían abandonado. Me sentía vivo y con suerte, así que jugué a la Quiniela. Aposté a la niña bonita, por la rubia; al trece, por mi desgracia; y a los dos patitos. Siempre me cayeron bien los dos patitos. Gané un toco de guita. Pero no tenía con quién celebrarlo, así que llamé a la rubia y nos fuimos por ahí, a cenar a lo grande y después de parranda.
De repente, las cosas empezaron a ir bien. La rubia dejó de ser “la rubia” y pasó a ser María, y nuestra relación se afianzó como los romances de las revistas (son los únicos que “se afianzan”; a la gente normal sólo le va bien o mal con su pareja). Con lo que gané en la Quiniela, monté un boliche en Palermo Soho que, vaya a saber por qué azares de la moda y del destino, se convirtió en un lugar de culto frecuentado por lo más top de Buenos Aires. Y uno de mis pibes, el mayor, se vino a vivir conmigo para estudiar en la capital. De pronto, tenía otra vez trabajo, dinero, amor y una familia. Mejor, imposible.
Y entonces, cuando todo repuntaba, cuando estaba por casarme con María por la iglesia, con fiesta y quinientos invitados; cuando por fin volvía a ser feliz y el sol salía cada mañana y los pajaritos me cantaban los buenos días; cuando mi pibe pintaba para crack en las inferiores de Boca y tenía gente del extranjero haciendo cola para conocer mi local; justo en ese preciso y exacto momento, cuando con un mate nuevo y recién cebado miraba al horizonte y pensaba en lo bello que es vivir, unos científicos de Europa pusieron a funcionar un súper acelerador de partículas, el Universo entero colapsó y se fue todo al carajo.
No, si al final yo siempre tengo mala pata.
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