27 de enero de 2012
El ahorcado (I)
25 de enero de 2012
Errante
Había oído que rondaba por el centro, o en un barrio de las afueras; que salía de noche o viajaba en tren de día; que dormía en las plazas y se bañaba en las fuentes; que se escondía en las estaciones o en los portales oscuros.
La perseguía sin pausa, y sin resultados. Donde fuera que la buscara, la silueta errante ya había desaparecido. Parecía presa de un embrujo que le impedía controlar sus propios pasos, que la obligaba a vagar sin ton ni son por pasajes y callejones, rondando sin patrón ni sentido. No había forma de anticipar sus huellas, de predecir su destino.
Pero él lo intentó. Olvidó su casa, su familia, sus amigos, su trabajo, su vida entera, consagrándose de lleno a la perpetua persecución de una sombra impredecible.
Y por fin, contra todo pronóstico, la encontró.
En la misma calle donde aquel día tuvo por primera vez la extraña sensación de que una figura fugaz se movía sombría entre la gente, apartada de la gente; en la misma esquina donde la vio desaparecer y perderse para siempre; contra ese escaparate anticuado y venido a menos que solía ignorar camino de la oficina; allí, en ese preciso lugar, él volvió a toparse con su propio reflejo.
23 de enero de 2012
Pixelado
16 de enero de 2012
Solitario
Mufados
15 de enero de 2012
Azaroso
24 de diciembre de 2011
Caradura
–Yo no creo en supersticiones –le dijo el extraño.
–Depende. Como se suele decir, “las brujas no existen, pero que las hay, las hay”… –respondió, por dar conversación, para llenar el tiempo.
–No, las brujas no existen…
–Parece muy seguro. ¿No cree en ninguna superstición? ¿Ni una cábala, nada?
–No. Especialmente, no creo en las maldiciones. Ya sabe: mal de ojo, esas cosas.
–Ah, no, yo tampoco.
–Hace bien, hace bien…
–La superstición trae mala suerte, dicen por ahí.
–Muy ingenioso, realmente. Pero yo sería más drástico: la superstición genera miedo, un miedo innecesario.
–Es verdad. Conozco gente que entra en pánico cuando ve un gato negro.
–No es sano.
–No, no lo es.
Se hizo un breve silencio, un poco incomodo.
Finales felices
- se va dando cuenta de que, en la realidad, los buenos no siempre ganan;
- empieza a descubrir que no todos los malos son tan malos, y que algunos son más simpáticos, inteligentes y trabajadores que muchos buenos.
18 de diciembre de 2011
La cena
14 de diciembre de 2011
Desconcierto
26 de noviembre de 2011
El mejor cuento jamás escrito
La falta de entendimiento acabó creando grupos de afinidad lingüística, que comenzaron a competir por ver quién conseguía crear el mejor relato. Con ello, esperaban, demostrarían la capacidad creativa de su lengua para ser portadora del mejor cuento jamás escrito. Surgieron así historias dispares, largas y breves, complejas y sencillas, profundas y superficiales, y ninguna logró convencer a nadie (ni siquiera a sus propios creadores) de ser la más brillante de todos los tiempos.
Alguien pensó entonces (y los demás estuvieron de acuerdo) que más allá del lenguaje portador del cuento, este debía narrar un gran argumento (el mejor argumento jamás contado). Había que, por tanto, consensuar cuáles debían ser los protagonistas del relato, sus principales hitos, sus giros, su poesía, su magia y su encanto. Pero en ello tampoco hubo acuerdo.
Una escritora inglesa propuso una historia de hadas; un narrador japonés, una pequeña parábola; un cuentista sueco sugirió un soliloquio que reconstruyese un acontecimiento hacia atrás en el tiempo; un fabulador argentino insinuó trazar un laberinto de palabras; una poetisa india planteó dibujar un camino que semejara a la vida; y así muchas y muy dispares propuestas.
Al cabo de días y días de reunión, los escritores estaban como al principio. En la última jornada, después de incontables horas de pesaroso silencio, una voz exclamó lo que ya todos sospechaban: “El mejor cuento jamás será escrito”.
13 de noviembre de 2011
Rhetorik des Todes
29 de octubre de 2011
Convicción
14 de octubre de 2011
El secreto del éxito
25 de septiembre de 2011
Tixta po forroginaxión
11 de septiembre de 2011
Romanticismo embarrado
25 de agosto de 2011
Soluciones a la boludez
19 de agosto de 2011
Dos versiones
Un rey tonto, espoleado por un consejero inepto y una corte de imbéciles, gobernaba un reino pobre y devastado. Los feudos vecinos se aprovechaban de él; e incluso algunos caballeros, provenientes de los confines más remotos, se paseaban triunfantes y desafiantes por aquellas tierras sin que nadie pudiera impedírselo. Las aldeas de campesinos languidecían y en los bosques aumentaban día a día las bandas de ladrones, que asechaban los caminos y robaban por igual a pobres y ricos, afortunados y desdichados.
9 de agosto de 2011
La elección de los animales
1 de agosto de 2011
Buena mano
–Solo necesito una buena mano –explicó el jugador.
Y pasaron varias manos, una derrota tras otra.
–Solo necesito una buena mano –repitió.
Y siguieron otras. Todas malas.
–Solo necesito una buena mano –continuó, obseso.
Pero la buena mano parecía no llegar.
Perdió todo. El dinero, el reloj, el auto, la casa… Pidió un préstamo para seguir jugando, y también lo perdió.
Cuando vino el cobrador, no tenía con qué pagarle. Un matón se puso nervioso: le dio una paliza y le cortó un dedo.
Pasó el tiempo y seguía perdiendo el dinero de otros. Y le cortaron otro dedo.
Hasta que un acreedor se hartó y decidió un escarmiento mayor: le iba a cortar una mano.
Le dio a elegir: izquierda o derecha.
Como era diestro, el jugador escogió la izquierda. Y se la cortaron.
Entonces sí, armado solo con su mano buena, el jugador por fin ganó.